lunes, 3 de agosto de 2009

EL PODER DE SER MAESTRO

El ser humano como individuo multidimensional es producto del conjunto de experiencias que va recopilando a través de su existencia. Como educadores tenemos gran responsabilidad en lo que estas prácticas puedan llegar a significar. Para muchos, el maestro está designado a corregir al niño, a formarlo, instruirlo y prepararlo para enfrentar las demandas y las ofertas de un mundo en globalización. No obstante existen varios obstáculos que debemos conquistar: el primero de ellos es la paradoja que existe al concebir al maestro como un fracasado destinado a la pobreza, pero a quien al mismo tiempo se le confía la educación de los ciudadanos del futuro. El segundo, es la evasión de toda responsabilidad respecto a la labor de la educación por parte de la familia. En tercer lugar está la escandalización frente a la avalancha de modelos e información que reciben la niñez y la juventud y su manera de interpretarlos; y cómo la escuela y los maestros deben lograr un equilibrio. En cualquiera de estas situaciones la figura del maestro resulta la más recurrente.

Sin embargo, nos encontramos con la dificultad de tener un poder restringido y temporalmente concedido que podemos utilizar siempre y cuando sea en servicio de la sociedad. En nuestra labor, la modernidad ha implantado generosamente un sinnúmero de dilemas que nos señala como responsables de una transformación positiva que parta de la negación hacia el enfrentamiento de la misma modernidad. La televisión, la Internet, los juegos de video, las drogas, el sexo, la religión, la ética y la sociedad de consumo bombardean desde la primera infancia, es frente a estos aspectos que debemos preparar los educandos, pero pretenden que lo hagamos prohibiendo su uso y mitificando su existencia.

Una manera de salir a flote consiste en convertir en aliados de la educación los aspectos de la socialización terciaria que ofrecen los medios masivos. Se trata entonces de ver la educación como un constante aprender y socializar tanto dentro como fuera de la escuela. La negociación cultural, el uso de la libertad, la conciencia de una formación constante, la enseñanza ejemplarizada, la libertad como un logro y formas más humanas de aprender constituyen la meta de un docente que no tiene un poder para servir sino que ha decidido reflexionar entorno a la educación para enseñar que el poder se adquiere conquistando la libertad se sí mismo.