domingo, 17 de febrero de 2008

MIS EXPECTATIVAS COMO DOCENTE

En un futuro que se aproxima cada segundo tendré que enfrentarme a un grupo de cuarenta estudiantes, en un colegio público, en un salón pequeño, con pocas ventanas. Solos, frente a todos ellos, mi cerebro, mi corazón y yo pediremos auxilio y trataremos de mantener la calma en medio de tanta tensión. La suma de todas estas circunstancias equivale entonces a un montoncito de desesperación sobre uno de estrés, que combinados podrían convertirse en una masa de desorientación.

No obstante, los años que llevamos estudiando nos pueden dar la mitad de un escudo y una espada mocha. El complemento de estos dos elementos lo iremos adquiriendo por medio de la experiencia. Y es un proceso que cuesta, tal vez tengamos que renunciar a un trabajo, tal vez nos echen, lo cierto es que esa es la única manera de empezar: ensayando, equivocándose y volviendo a intentarlo.

Si bien es cierto que el oficio del maestro es uno de los menos reconocidos, también es cierto que es uno de los más importantes en la base de una sociedad. Nosotros seremos en breve, los responsables de procurar un nivel de educación en un grupo de estudiantes, de hacerles ver que hay diversas maneras de interpretar el mundo, de despertar sus pasiones, de desarrollar talentos, de cultivar virtudes. Por eso debemos estar muy bien preparados antes de asumir el reto y seguir preparándonos a medida que avancemos en nuestra profesión. En suma, es un compromiso enorme el que adquirimos cuando decidimos entrar en un salón de clase como el maestro, y es deber nuestro que ese compromiso se lleve a cabo de una forma correcta y honesta.