sábado, 8 de agosto de 2009

¿CUÁNTO DEBEN DURAR LOS ESTUDIOS ACADÉMICOS EN UNA INSTITUCIÓN?

Observando el sistema educativo francés encontramos que la educación que depende de la institución se da a partir de los dos años en “La crèche”, enseguida está “L’école maternelle”, a los seis ó siete años el niño ingresa a “L’école primaire”, más tarde vienen tres años en la etapa del “Collège” y los estudios que certifican al ciudadano para la vida laboral que toman tres años más. Si se es aspirante a una preparación profesional se pasa del “Collège” al “Lycée”, “La licence”, dos maestrías y finalmente un doctorado. Lo anterior quiere decir que tomaría entre veinticuatro ó veinticinco años llegar a tener el título en un doctorado.

Tan exhaustiva misión nos hace preguntarnos ¿vale la pena arriesgarse a dedicar tantos años de estudio en una institución? Me refiero a un riesgo por varios motivos; el primero de ellos es la calidad de esa educación. Puede que algunas instituciones hagan esfuerzos por brindar a la comunidad educativa sus mejores propuestas, pero eso sucede en ocasiones reducidas que tienen sus límites más que todo en lo económico; la educación de calidad, si bien es un derecho de todos es un deber que pocos cumplimos y que por ende pocos gozan.

El segundo motivo que justifica la inseguridad es lo alejadas que se encuentran las instituciones del contexto real del educando. Actualmente muchos caemos en el dilema de si se aprende más “viviendo” (practicando sin ninguna teoría y a través del ensayo-error) o asistiendo a la escuela; la idea en realidad no resulta descabellada si se piensa en aquellas familias que necesitan con urgencia que sus generaciones más jóvenes empiezan a producir para sacar la cabeza del lodo de la pobreza.

En tercer lugar están las oportunidades de trabajo que tiene una persona con estudios que tomaron más de veinte años en comparación con una que ha dedicado doce o trece. Hoy por hoy, sobretodo en nuestro país, las pequeñas, medianas y hasta grandes empresas prefieren estudios técnicos y de instrucción que hayan capacitado al empleado en determinado campo. Esta elección les permite contratar mano de obra calificada a un bajo costo. No siendo suficiente muchas de estas personas son explotadas durante sus primeros meses de trabajo con el pretexto del “periodo de prueba” o “etapa de adquisición de experiencia”. Una vez superado dicho periodo el empleado se convierte en un tipo de ser humano “orquesta” que se desempeña en cualquier oficio aun si no lo contempló su programa de estudios. Por el contrario, aquél que estudió una veintena de años se considera demasiado “preparado” para el puesto y con una aspiración salarial imposible de cubrir.

Tenemos entonces un presente de profesionales exiliados, inmigrantes y frustrados. A partir de esta realidad se pide paradójicamente a los maestros convencer a sus estudiantes de que estudiar es la mejor opción; a pesar de esta realidad un porcentaje considerable de jóvenes sigue ingresando a las universidades; contra esta realidad deben reaccionar las empresas privadas y del estado con tal de motivar la integración a la escuela y con esta realidad ¿vale la pena arriesgarse a dedicar tantos años de estudio en una institución?

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